El compromiso y la dignidad que deben definir a los gobernantes

Opinión

Gobernar no es un privilegio, es una responsabilidad moral. Quien asume una función pública recibe, más que poder, un mandato de confianza que debe honrar con compromiso, coherencia y dignidad. En sociedades como la dominicana, donde la desconfianza hacia la clase política ha sido alimentada por décadas de malas prácticas, el ejercicio del gobierno exige hoy más que nunca una conducta ética incuestionable.

El verdadero compromiso de un gobernante no se mide por discursos ni promesas de campaña, sino por sus decisiones diarias, por la forma en que administra los recursos públicos y por su disposición a rendir cuentas. Un funcionario comprometido entiende que el Estado no es una extensión de sus intereses personales, familiares o partidarios, sino una estructura al servicio del bien común.

La dignidad, por su parte, es el límite invisible que separa el poder legítimo del abuso. Un gobernante digno no utiliza su cargo para acumular riquezas, garantizar impunidad ni perpetuarse en el poder. Sabe que la función pública es temporal y que su mayor legado no será lo que posea al salir del cargo, sino la confianza que deje en la ciudadanía y la fortaleza de las instituciones que ayudó a consolidar.

Cuando el compromiso y la dignidad están ausentes, el daño trasciende una gestión específica: se erosiona la fe en la democracia, se normaliza la corrupción y se instala la idea de que gobernar es sinónimo de servirse del Estado. Por el contrario, cuando estos valores guían la acción pública, se crea un efecto multiplicador que fortalece la institucionalidad y eleva los estándares éticos de toda la sociedad.

Hoy, más que nunca, los ciudadanos exigen gobernantes conscientes de que el poder no los engrandece por sí solo; los engrandece la forma en que lo ejercen. La historia no juzga a los líderes por el tiempo que ocuparon un cargo, sino por la honestidad con que lo desempeñaron.

La gran pregunta sigue siendo:
¿están nuestros gobernantes preparados para asumir el poder con el compromiso y la dignidad que la democracia y la sociedad dominicana reclaman?

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